En un clima de pocos amigos, los presidentes de Unasur (Unión Suramericana de Naciones) intentarán hoy evitar que estalle el polvorín que ha provocado en la región la cesión parcial de siete bases colombianas a EE.UU.
Barack Obama, indiferente a la convocatoria de los países de América del Sur, delegó el asunto en un funcionario de segunda línea que ni siquiera acudirá a Bariloche. Christopher J. McMullen, subsecretario adjunto de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, optó por realizar una mini gira con escalas en Brasilia, Montevideo y Buenos Aires, donde habló de «irresponsabilidad» de Hugo Chávez por haber hablado de «vientos de guerra» en la región. McMullen insistió en que las tropas de EE.UU. tendrán la misión de «colaborar con Colombia en la lucha contra la guerrilla y el narcotráfico. No tenemos planes ni queremos construir bases allí», reiteró.
Chávez contra Uribe
La reunión de hoy, donde se da por descontado que saltarán chispas entre Hugo Chávez y Álvaro Uribe, tiene mal pronóstico. «Se celebra después de que Colombia haya cerrado el acuerdo con EE.UU. -falta la firma- y Uribe anticipó que no se va a modificar», observan los profesores de la Universidad Di Tella, Mónica Hirst, Juan Gabriel Tokatlian y Fabián Calle. Los tres especialistas en relaciones internacionales coinciden en que después de la Cumbre «las tensiones con Venezuela y los países vecinos persistirán».
Pero el previsible fracaso de esta reunión podría suponer un serio revés a las aspiraciones de Lula Da Silva de mantener su liderazgo en la región y consolidar Unasur, una apuesta personal suya.
En este escenario y con la atención más centrada en el duelo dialéctico que en resultados concretos, la propuesta más pintoresca que se pondrá sobre la mesa la hará Evo Morales. El presidente de Bolivia está dispuesto a desplegar sus mejores armas para convencer a los presentes de celebrar un plebiscito en América del Sur para decidir sobre las bases colombianas: «Si Uribe no quiere retirarlas, por qué no ir a un referéndum suramericano», anticipó Morales.
Apuntados los cañones del eje bolivariano (Venezuela, Ecuador y Bolivia) contra Colombia, Bogotá encontrará en el ataque su mejor defensa. Uribe, dispuesto a informar que no a ceder, reprochará a sus adversarios sus vínculos con la narcoguerrilla colombiana, los acuerdos con Irán y la escalada armamentística. Ausente de la última reunión de Unasur, celebrada hace unas semanas en Quito, el presidente de Colombia que denunció en la OEA a Venezuela por injerencia en asuntos internos, no olvida la amenaza de Chávez de volver a romper relaciones.
A su vez, Chávez anunció que soltará la «bomba» que le entregó el mismísimo Fidel Castro al asegurar estar en posesión de documentos que probarían las «intenciones del imperio» de invadir Venezuela y los campos de petróleo de Ecuador. Ayer ya publicó una carta en el diario kirchnerista «Página 12» en la que denunciaba que «el imperio norteamericano ha iniciado una contraofensiva» para «revertir la unión, la soberanía y la democracia en nuestro continente».
Disputas de vecindad
Otro de los aspectos que despierta curiosidad de esta reunión es el papel que desempeñara Cristina Fernández de Kirchner como anfitriona de una cumbre que le pasó Ecuador como una patata caliente.
Buena parte de los países llegan con disputas de vecindad. Perú mantiene un contencioso con Chile por los límites de la franja marina, Bolivia no mantiene relaciones diplomáticas con Chile ni las tendrá mientras no le cedan una salida al mar. Venezuela reclama más de la mitad de Guayana, y Ecuador rompió violentamente con Colombia en marzo de 2008 después de que el Ejército colombiano arrasará en su territorio un campamento de las FARC.
No hay comentarios:
Publicar un comentario